domingo, marzo 07, 2010

Pueblo de mujeres bravas





Ya condenada a muerte, salió de la Fortaleza Ozama rumbo al Cementerio de la Independencia donde se cumpliría la sentencia. La conducía el pelotón de fusilamiento y al pasar por la Puerta del Conde se le oyó decir: “Dios mío, hágase en mí tu voluntad y sálvese la República”. Era el 27 de febrero de 1845, exactamente un año después de la Independencia Nacional y María Trinidad Sánchez, una señora de sesenta años cumplidos, caminaba hacia la muerte, al decir de la sentencia, por haberse negado a delatar a los patriotas. Mujer brava y de una sola pieza.

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Apenas un mes después de nuestra Independencia, se libró la batalla del 30 de Marzo en Santiago de los Caballeros. Testigos oculares nos cuentan de una mujer que en repetidas ocasiones fue al río en busca de agua para las tropas y para enfriar los cañones de nuestra artillería. Los mismos testigos aseguran que esa mujer alentaba a los combatientes, les llevaba pólvora en su delantal o en su pañuelo a los artilleros y les cantaba coplas de amor a los soldados para mantenerlos alegres y valerosos. Juana Trinidad, nuestra Juana Saltitopa, fue mujer brava entre soldados.

El monstruo no resiste una verdad dicha con pureza. Para la dictadura de Trujillo esa verdad fue dicha por Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, con la pureza propia de los mártires. A partir de ese momento el monstruo tenía los días contados. Lo mejor de nosotros como pueblo se expresó en ellas y son la referencia más cercana y pura de la dominicanidad. Mujeres bravas de los altares de la patria.

Somos un pueblo joven, con menos de doscientos años de vida republicana y sin grandes leyendas que lo unifiquen. Recién estamos construyendo las leyendas que nos unificarán en el futuro. Algún día se dirá: “Es un pueblo de mujeres bravas”.

Y es que también ahora, en nuestro día a día, abundan los ejemplos que ayudan a tejer la leyenda.

La matrícula de las universidades es predominante femenina. Las mujeres estudian y se preparan mientras el hombre anda tras el dinero fácil y el mínimo esfuerzo.

La mujer está asumiendo un rol cada vez más activo en la sociedad sin dejar su rol en la familia, en donde muchas veces lo asume sola, sin el concurso del padre, quien no acaba de entender que la responsabilidad que se asume al engendrar un hijo, en términos prácticos, sólo termina con la muerte.

Unificar a un pueblo que ha sido tradicionalmente pastoreado hacia el individualismo no es tarea sencilla. Dicen los poetas que es necesaria una canción. Esa canción hoy la vienen cantando las mujeres. Una canción que habla de patriotismo, de entrega, de dignidad, de solidaridad, de integración sin exclusiones, de desarrollo con equidad, de vida plena en esta patria.

Patria, Minerva, María Teresa y tantas otras que están en los altares de la patria, interceden activamente por nosotros.

Sigamos ese ejemplo, cantemos la canción.



Publicado en el Hoy de fecha 5 de marzo de 2010

1 comentario:

Deidamia Galán dijo...

Qué bello y acertado artículo, querido Mario. Me encanta leerte.
un besote de una mujer que se identifica con el título de tu post.