domingo, marzo 29, 2009

Solidaridad contra egoismo



Llegó a mis manos el informe titulado “Índice de Planeta Feliz (HPI por su sigla en inglés), un índice de bienestar humano e impacto ambiental”, presentado por la Fundación de la Nueva Economía (NEF por su sigla en inglés), del Reino Unido, y siento que socializar este informe puede ayudar a nuestra sociedad en su camino, reforzando la esperanza.

Para entender este índice debemos conocer lo que se denomina “huella ecológica”, que no es más que el área de terreno productivo necesario para mantener indefinidamente una sociedad históricamente determinada. Para ilustrar, diremos que si la población del planeta tuviera el patrón de consumo de los norteamericanos, necesitaríamos el área productiva de 5 planetas Tierra para que la vida fuera sostenible; por otra parte, si los habitantes del planeta tuvieran los patrones de consumo de los dominicanos, se necesitarían 0.89 planetas Tierra para sostener indefinidamente nuestra vida.

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Pues bien, el HPI no es mas que el valor que nos indica cuánto de ese consumo en huella ecológica contribuye con nuestro bienestar. El bienestar se mide utilizando parámetros como la esperanza de vida y el grado de satisfacción del individuo con la vida que tiene.

Ese índice lo han obtenido para 178 países y República Dominicana se encuentra en la posición 27, por debajo de Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala y Honduras; pero por encima de México, Argentina, Brasil y Estados Unidos, que ocupa el lugar 150 de 178.

Los investigadores encontraron resultados que apuntan hacia la ventaja comparativa de ser isleños, hallazgo que no resulta sorpresivo para nosotros. De hecho, parece ser que la extraordinaria capacidad de recuperación de nuestra economía a los actos de dios o de políticos de turno, tiene mucho que ver con nuestra condición de isleños.

El informe finaliza con un “Manifiesto global por un planeta más feliz”:
1. Eliminación de la pobreza extrema: Aumentar la huella ecológica en los países ricos no se traduce en felicidad y la pobreza extrema impide el desarrollo humano.

2. Promover la salud: Una mayor esperanza de vida saludable, aumenta inequívocamente el HPI.

3. Aliviar la deuda de países pobres: Luego del salvataje a los culpables de la crisis global, el alivio de la deuda es una deuda moral.

4. Cambio en la escala de valores: Promover la interacción social y el sentido de interdependencia social.

5. Promoción de plenitud de vida: El gobierno debe promover el trabajo honorífico y el empresariado debe dar facilidades para que el empleado pueda realizar trabajo social, voluntario y no remunerado.

6. Promoción de la exigencia ciudadana de buen gobierno.
7. Políticas económicas que favorezcan las actuales limitaciones ambientales.

8. Diseño de sistemas sostenibles de producción y consumo: Promover paquetes impositivos acordes al costo ecológico real de los bienes producidos.

9. Control del cambio climático.

10. Medir lo que cuenta: El PIB no mide felicidad.

Básicamente se trata de promover la solidaridad y los lazos que nos permiten reconocernos como hermanos.
Nobleza y solidaridad contra vileza y egoísmo.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org


Publicado en el Hoy de fecha 29 de marzo de 2009

miércoles, marzo 25, 2009

Habitantes versus ciudadanos


Somos un país de casi diez millones de habitantes, pero ¿Cuántos de esos diez millones de habitantes son ciudadanos?

La ciudadanía implica, entre otras cosas, una forma especial de relacionarse con la comunidad, en donde se destaca la participación activa en el cumplimiento de deberes y la exigencia de derechos, siempre teniendo como meta la consecución del bien común.

Las relaciones que se establecen en nuestra trama social están muy lejos de ser las que surgen de una conciencia del yo social y de la necesidad de cumplir deberes y exigir derechos en aras de lograr las condiciones para un desarrollo integral del ser humano y de la sociedad en su conjunto. Nuestras relaciones están basadas en favores y lealtades y en ese sentido no hemos pasado socialmente del medioevo.

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Así las cosas, nuestra sociedad cuenta con grupos de poder, cada uno de los cuales está conformado por un jefe y sus clientes; y al igual que como ocurría en la antigua Roma y como ocurría con los siervos de la gleba en el feudalismo, estos clientes de hoy en día sienten obligación de lealtad y la profesan a su protector y jefe; y lo hacen así porque toda la sociedad está permeada de una línea de sumisión y desamparo, que en ocasiones es subliminal y en otras se presenta de manera abierta y descarada, que dice: “Tu no tienes derecho a nada, lo que te llegue para bien tuyo, agradécelo a tu Señor del Cielo y a tu Señor de la Tierra; lo que te llegue para mal tuyo, cárgaselo al Señor del Cielo, que el de la Tierra no tuvo que ver nada con eso”. Así andamos.

Todo atropello impune, de cualquier poder contra personas físicas o morales, es una sentencia que refuerza esa línea de sumisión. Por otra parte, toda acción impune que se ampare en la condición tantas veces recurrida, incluso de manera tácita, de ser “padre de familia”, es una sentencia que refuerza esa línea de desamparo.

La inercia social trata permanentemente de reproducir las condiciones para que todo siga siendo tal como es. Y no hemos sido capaces de generar respuesta a tanto abuso.

La solución del problema pasa inevitablemente por la educación, pero todos somos responsables de esa carencia, porque si bien los gobernantes son los que mayor responsabilidad tienen, no es menos cierto que los gobernados no hemos podido reducir el accionar de los gobernantes al imperio de la ley.

Ni atropellos del poder ni concesiones del poder a “padres de familia”. Que impere la ley y para todos.

Después de todo, nada más alejado de la verdad evangélica que esa línea de sumisión y desamparo. El Señor, el único, el del cielo y la tierra, nos reconoce como hijos y nos encarga de esta tierra. Los derechos y los deberes son de todos y los recursos materiales y espirituales han sido creados para ser usados en hacer realidad su reino aquí en la tierra.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org


Publicado en el Hoy de fecha 25 de marzo de 2009

jueves, marzo 19, 2009

Con pena y sin gloria




En su discurso del pasado 27 de Febrero, el Presidente Leonel Fernández se refirió al tema de la corrupción y básicamente dijo que el gobierno se apoyará en el “Plan Estratégico de Ética, Transparencia y Prevención de la Corrupción 2009-2012”, elaborado por la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción, para enfrentar la corrupción, que a juicio del mandatario, “es una de las más grandes preocupaciones del pueblo dominicano”.

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Ya contábamos con un “Plan Estratégico de Ética, Prevención y Sanción de la Corrupción 2005-2008”, elaborado por la misma entidad, de manera que el plan 2009-2012, en el cual deberemos cifrar nuestras esperanzas de transparencia, no es más que la continuación del plan 2005-2008, que ha pasado por nuestra sociedad, con pena y sin gloria.

Como dijo el Presidente, afortunadamente contamos con la base legal para enfrentar los problemas de la corrupción. Lo que no dijo es que es necesario cumplir y hacer cumplir esa base legal, esa ley, para enfrentar la corrupción en todas sus manifestaciones.

En la vida, y también en política, lo que marca la diferencia, lo que termina siendo mensaje para otros, no es lo que se dice, ni siquiera lo que se piensa, lo que cuenta es lo que se hace, es el ejemplo.

Nos falta una señal.

Las señales que estamos recibiendo son favorables a la corrupción. Para muestra mencionemos el caso del indultado por razones humanitarias, que fue además premiado con un cargo de Asesor de Transporte del Poder Ejecutivo con rango de Secretario de Estado. Más que a apoyo humanitario, esa asesoría huele a premio, compra o pacto, que en cualquiera de los casos está reñida por completo con la actitud responsable y transparente, de aquel que tiene por mandato cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes. No había ninguna necesidad humanitaria de hacerlo funcionario.

Acabamos de conocer el caso de la OTTT, que gracias a Nuria Piera lo tenemos presente.
Lo único que hizo Nuria Piera fue conseguir una nómina de la OTTT, que es un documento público que puede ser obtenido por cualquier ciudadano, y hacerle una entrevista al incumbente.

¿En qué trabajan las instancias oficiales responsables de la lucha contra la corrupción que no han sido capaces de sorprendernos como Nuria?

¿Cómo habrá que explicarles a esas instancias oficiales que con ochenta y siete mil pesos de sueldo no hay manera de explicar esos gastos?

¿A quién que pague impuestos, le es gracioso que un compadre cobre sin trabajar por sentimientos de “ amor” del jefe?

¿Habrá que decirles que existen otras dependencias del Estado en las que sucede lo mismo que ha denunciado Nuria con el caso de la OTTT?

Los funcionarios, en la generalidad, salvando muy honrosas excepciones, están pasados de corruptos y los que deberían estar persiguiéndolos están pasadísimos de impunidad. Así las cosas, nos falta una señal.

Señor Presidente, dé una señal inequívoca de voluntad política contra la corrupción y tendrá el apoyo de un pueblo agradecido.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org



Publicado en el Hoy de fecha 17 de marzo de 2009

sábado, marzo 14, 2009

Encuentro en la Zona

Hoy 14 de marzo de 2009, al despertar de la siesta del sábado, encontré un correo electrónico en el que me invitaban a un encuentro de todos aquellos que habían pasado su niñez en la zona colonial o alguno de los barrios que bordean la zona.

Como soy nacido en la Independencia 19, a una cuadra del Parque Independencia, es decir, en la frontera entre Ciudad Nueva y el Ensanche Lugo, acepté la invitación y aquí les dejo un para de vídeos y algunas fotos del evento.

No he querido decir nombres de los fotografiados y filmados para que los que visiten Quijote Urbano puedan adivinar los nombres de los asistentes al Encuentro.




Encuentro en Ciudad Nueva




Bailadores en el Encuentro en Ciudad Nueva



Aquí están los baildores.


Parte de los asistentes


La foto en la que salía Teo Veras no salió bien, pero confieso que él estaba.

¡¡¡Una bonita iniciativa de interacción urbana!!!

viernes, marzo 13, 2009

miércoles, marzo 04, 2009

Corrupción y tabaquismo



Ruego tranquilidad a los fumadores, no se trata de alguna relación causal, recién descubierta, entre la adicción al tabaco y el fenómeno de la corrupción. Mi intención es llamar la atención hacia el hecho de que la sociedad dominicana ya tiene una respuesta social intolerante al tabaquismo; respuesta que ha logrado expresarse en leyes y ordenanzas municipales que establecen la imposibilidad de fumar en lugares públicos cerrados. Por otra parte y al mismo tiempo, esa sociedad es tolerante con la corrupción y lo es en extremo con el corrupto.

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El fumador le hace daño a la salud física de los que participan de su entorno. El humo del tabaco es dañino para la salud de los fumadores pasivos, que es como se les llama a los que se encuentran en el ámbito inmediato del fumador. Es pues una respuesta favorable a la sociedad en su conjunto y al bien común, el exigir que el fumador exima a la sociedad de su conducta dañina. En ese sentido, el repudio social del que actualmente son víctimas los fumadores, tiene su fundamento en una exigencia a favor de la vida que todos debemos respaldar.

El corrupto le hace daño a la salud social de los que participan de su entorno. Cada idea transmitida, cada palabra, cada gesto suyo, hace daño porque proviene de un ser humano con un desorden tal en su vida, que ni la ley ni el ejemplo brindado a sus hijos logran que sienta rubor ni vergüenza de su conducta.

Hace daño a su entorno y el entorno del corrupto es notablemente más amplio que el del fumador. Si tomamos en cuenta a los medios de comunicación, el ámbito de influencia del corrupto llegaría a ser global.

El daño social del corrupto ya se ha hecho cultura, con expresiones como “dame lo mío” o con comerciales que dicen “yo quiero ser millonario, pero sin dar un golpe”. No creo que sería aventurado establecer que el daño social del corrupto es mayor que el daño físico que causa el fumador.

Va siendo tiempo de que la sociedad dominicana tome conciencia del daño que nos hace la corrupción, y que al tomar conciencia desarrolle una respuesta social de repudio a la misma. Nuestros hijos necesitan un ambiente libre de segundas intenciones para crecer sanos emocionalmente y felices. Ese ambiente sólo es posible si enfrentamos socialmente a la corrupción.

La corrupción crece y se fortalece al amparo de la oscuridad. La respuesta de repudio que la sociedad debe dar a la corrupción pasa por hacer evidente la conducta corrupta. Una ley como la 200 del 2004 que establece el libre acceso a la información pública puede servir de mucho al momento de dejar al descubierto la conducta corrupta.

Un histórico de los últimos diez años del facturado de la energía eléctrica es una radiografía íntima de la conducta ética del usuario.

La corrupción hace más daño que el tabaquismo.

¡Repudiemos socialmente esa conducta!


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org



Publicado en el Hoy de fecha 4 de marzo de 2009