jueves, abril 30, 2009

Fortalecer la justicia





Me imagino que cada ciudadano tendrá sus preferencias a la hora de juzgar cuál de los temas de reforma constitucional resulta ser su favorito a modificar. En nuestro caso son dos los temas que deben ser modificados y se refieren a dotar de independencia a sendas instancias del Estado. La primera de ellas es el Ministerio Público y la segunda la Cámara de Cuentas. Si queremos que nuestra democracia se desarrolle necesitamos una justicia robusta y esto no pasará de ser un sueño mientras esas dos instancias del Estado sean dependientes del Poder Ejecutivo.

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Bastaría estudiar el caso de la Suprema Corte de Justicia para convenir que ha sido positiva la independencia lograda mediante el Consejo Nacional de la Magistratura; independencia que pudiera ser muchísimo mayor si económicamente no dependiera de la asignación que negocia cada año con el Poder Ejecutivo.

Algo similar debe hacerse con el Ministerio Público. El Procurador General de la República y los fiscales deben gozar de total independencia, incluida la económica.

En el caso de la Cámara de Cuentas parecería que ésta goza de independencia porque la elige el Senado, de ternas presentadas por el Poder Ejecutivo. En la práctica no es independiente porque siempre habrá veintisiete dominicanos dóciles al Poder Ejecutivo de turno, de entre los cuales el Senado escogerá a los nueve miembros de la Cámara de Cuentas. Además, si el dinero para su desempeño lo recibe del Poder Ejecutivo, ya podrá empezar a besarle la mano y a pedirle su bendición.

Hoy contamos con una justicia que ha sido capaz de enviar a prisión a personajes del ámbito económico y social, mientras el gran ausente en nuestras cárceles, el impune favorito, es el político. No tenemos políticos presos y no porque no hayan acumulado méritos suficientes, sino porque, entre otras cosas, las instancias del Estado destinadas a investigar y perseguir el crimen no son independientes.

Un caso reciente, el del Director de la OTTT puede servir de ejemplo a lo que decimos. Por fin el Presidente canceló al Director de la OTTT y es una pena que lo haya hecho tan tarde porque se ha perdido la oportunidad de enviar una buena señal. Pues bien, ese caso de poca monta, de quinta o sexta categoría, debería dar lugar a investigación y persecución por parte de la Cámara de Cuentas y del Ministerio Público; pero de ese susto no vamos a morir. Y si no se investiga y persigue un caso de poca monta como ese, qué se puede esperar de los casos que involucran a grandes personajes de la política. Como diría Boquechivo: ¿Quién le marcha a Tulio Turpén?

Una justicia independiente garantiza la vida armónica de la sociedad y es necesaria para que la sociedad se desarrolle. Los señores legisladores, reunidos en Asamblea Revisora, deberán encontrar mecanismos que garanticen la independencia de la Cámara de Cuentas y del Ministerio Público.

El desarrollo de nuestra sociedad pasa por el fortalecimiento de la justicia.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org



Publicado en el Hoy de fecha 29 de abril de 2009

lunes, abril 20, 2009

Nobleza contra dinero





El dominicano que pasa de los cincuenta años se sorprende al ver hasta donde ha llegado a calar en nuestra sociedad el individualismo y el sálvese quien pueda. Esas actitudes y posturas ideológicas contrastan con los usos y costumbres de la sociedad dominicana de mediados del siglo pasado. En ese entonces, el Estado funcionaba y suplía los servicios de salud, educación, energía, seguridad, limpieza de las ciudades, servicio de correo postal, en fin, todos los servicios que debe proveer un Estado moderno estaban garantizados. Nuestro único y grandísimo problema era el tirano.

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Parece ser que a la muerte de Trujillo nuestra sociedad dedujo que había muerto el proveedor, el hacedor de cosas y que a partir de ese momento había que salir a la calle con el cuchillo en la boca a matar o morir, eliminando de ese modo todo vínculo con la trama social.
Cierto es que hubo una parte de la sociedad que veía otro futuro, un futuro en donde la trama social se mantuviera y se fortaleciera, pero lo cierto es que Bosch, Manolo y tantos otros fueron vencidos por la corriente que pregonaba el individualismo.

Hoy tenemos un dominicano que desconfía de su sombra y llega al extremo de no dar los buenos días porque se siente expuesto.

Tenemos que revertir esa realidad.

Esa realidad se revierte si interiormente aceptamos la existencia de otras instancias sociales y al mismo tiempo le damos la oportunidad de existir sin juicios previos por parte nuestra.
Se revierte si somos capaces de decir un No interior, profundo, a todo lo que nos desliga y nos destruye.

Se revierte, sobre todo, si asumimos una actitud que diga: Tu y yo somos hermanos y estamos obligados a compartir esta isla. Tenemos muchas diferencias, pero quiero resaltar las cosas que nos unen, las cosas que nos definen como dominicanos. Como prueba de que soy dominicano como tu, y de que soy hermano tuyo, te presento mi trabajo comunitario no remunerado. Es un esfuerzo que hago a favor de la colectividad que tanto me ha dado.

La propuesta que hago es que aprovechemos la nobleza propia del dominicano y hacer que la misma se exprese en esas tres líneas:

1. No prejuicios
2. Un No interior, profundo, a todo lo que nos desliga y nos destruye.
3. Trabajo comunitario no remunerado.

Ante la vileza de la marginación respondamos con la nobleza de una mirada sin prejuicios.
Ante el sálvese quien pueda y el individualismo respondamos con la nobleza de un No interior profundo.

Ante el afán de lucro y el dinero fácil respondamos con la nobleza del trabajo comunitario no remunerado.

Para que nos desarrollemos es necesario que unifiquemos a toda la sociedad en un proyecto de nación. Hoy tenemos muchas República Dominicana coincidiendo en el espacio y en el tiempo, pero sin conexión alguna entre ellas. Esas tres líneas de acción nos ayudan a reparar la maltrecha trama social que nos vincula.

Nobleza contra dinero.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org



Publicado en el Hoy de fecha 19 de abril de 2009

domingo, abril 05, 2009

Señales que nos dañan




La sociedad se guía por las señales que recibe de los sectores dominantes socialmente y gobernantes políticamente. Si esas señales son antidemocráticas, si son señales de lenidad, si de alguna manera muestran abuso de poder, entonces la sociedad las recibe y les da la fuerza de la ley escrita, porque como todo en la vida, lo que pesa y cuenta, no es lo que se dice sino lo que se hace, es el ejemplo.

Vamos a ver algunas señales que está recibiendo la sociedad y que lejos de contribuir a afirmar nuestra democracia, las mismas están minando sus bases y le están haciendo un flaco servicio al gobierno y a su imagen.


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El caso del Director de la OTTT quien dijo de su boca que tenía en nómina a personas que cobraban sin trabajar, que tenía un chef en su casa pagado por la OTTT, que tenía a familiares trabajando bajo su mando, que utilizaba los servicios de su escolta para el cuidado y la protección de propiedades personales. Este señor ha debido ser removido de la administración pública y entregado a la acción de la justicia. Eso no ha ocurrido y es una mala señal.

Otro caso es el del Senador y el intento de censura a la prensa con métodos del bajo mundo. En cualquier sociedad medianamente organizada el escándalo en que se ha visto envuelto sería razón suficiente para que el Senador renunciara, avergonzado por haber perdido el favor de la sociedad que representa. Eso no ha ocurrido, pero el Senado debe tomar cartas en el asunto y llegar al juicio político si es necesario.

Otro caso que tenemos presente es el de la Seguridad Social. Se pretende condonar la deuda que tienen el Estado Dominicano y el 35 por ciento de las empresas privadas que no están al día en sus obligaciones con la Seguridad Social. Esa amnistía fiscal pura y simple, sin penalización alguna para el infractor, envía una señal de lenidad que se traduce en injusticia para aquel que ha sido cumplidor de sus compromisos. El empresario al día en sus pagos se cuestionará por qué debe pagar si al final será recompensado con una amnistía total sin penalización.

Otro caso, menos sonado pero que dice mucho de la intolerancia que podemos llegar a exhibir, es el de la joven abogada que fue cancelada de su trabajo en la Suprema Corte de Justicia por su participación en un movimiento de jóvenes que se expresan activamente en contra de los males que a su juicio padece nuestra sociedad. Que bonito hubiera sido sorprendernos con la noticia de que teníamos instituciones lo suficientemente democráticas como para poder disentir sin ser cancelado. Elizabeth Mateo, que así se llama la joven, no administraba justicia y la Suprema Corte además de ser la garante de las libertades públicas, está muy por encima de la cotidianidad de los simples mortales. Fue una señal de intolerancia.

Modifiquemos las señales para seguir avanzando.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org


Publicado en el Hoy de fecha 5 de abril de 2009