domingo, abril 05, 2009

Señales que nos dañan




La sociedad se guía por las señales que recibe de los sectores dominantes socialmente y gobernantes políticamente. Si esas señales son antidemocráticas, si son señales de lenidad, si de alguna manera muestran abuso de poder, entonces la sociedad las recibe y les da la fuerza de la ley escrita, porque como todo en la vida, lo que pesa y cuenta, no es lo que se dice sino lo que se hace, es el ejemplo.

Vamos a ver algunas señales que está recibiendo la sociedad y que lejos de contribuir a afirmar nuestra democracia, las mismas están minando sus bases y le están haciendo un flaco servicio al gobierno y a su imagen.


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El caso del Director de la OTTT quien dijo de su boca que tenía en nómina a personas que cobraban sin trabajar, que tenía un chef en su casa pagado por la OTTT, que tenía a familiares trabajando bajo su mando, que utilizaba los servicios de su escolta para el cuidado y la protección de propiedades personales. Este señor ha debido ser removido de la administración pública y entregado a la acción de la justicia. Eso no ha ocurrido y es una mala señal.

Otro caso es el del Senador y el intento de censura a la prensa con métodos del bajo mundo. En cualquier sociedad medianamente organizada el escándalo en que se ha visto envuelto sería razón suficiente para que el Senador renunciara, avergonzado por haber perdido el favor de la sociedad que representa. Eso no ha ocurrido, pero el Senado debe tomar cartas en el asunto y llegar al juicio político si es necesario.

Otro caso que tenemos presente es el de la Seguridad Social. Se pretende condonar la deuda que tienen el Estado Dominicano y el 35 por ciento de las empresas privadas que no están al día en sus obligaciones con la Seguridad Social. Esa amnistía fiscal pura y simple, sin penalización alguna para el infractor, envía una señal de lenidad que se traduce en injusticia para aquel que ha sido cumplidor de sus compromisos. El empresario al día en sus pagos se cuestionará por qué debe pagar si al final será recompensado con una amnistía total sin penalización.

Otro caso, menos sonado pero que dice mucho de la intolerancia que podemos llegar a exhibir, es el de la joven abogada que fue cancelada de su trabajo en la Suprema Corte de Justicia por su participación en un movimiento de jóvenes que se expresan activamente en contra de los males que a su juicio padece nuestra sociedad. Que bonito hubiera sido sorprendernos con la noticia de que teníamos instituciones lo suficientemente democráticas como para poder disentir sin ser cancelado. Elizabeth Mateo, que así se llama la joven, no administraba justicia y la Suprema Corte además de ser la garante de las libertades públicas, está muy por encima de la cotidianidad de los simples mortales. Fue una señal de intolerancia.

Modifiquemos las señales para seguir avanzando.


Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org


Publicado en el Hoy de fecha 5 de abril de 2009

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