lunes, enero 23, 2006

Ironías de la lengua

La lengua castellana, en su riqueza, en ocasiones nos revela enseñanzas cargadas de fina ironía.

Es como si toda la historia de la lengua, todos los sucedidos necesarios para llegar a la lengua castellana de hoy en día, hubiesen tenido por finalidad última el enseñarnos algo a los dominicanos de este principio de Siglo XXI.

Tomemos el caso de la palabra “idiota” que actualmente significa tonto, de poca inteligencia. Esa palabra nos llega del griego y originalmente se refería a aquel que no se ocupaba de asuntos públicos, vale decir, que no era funcionario público ni político.

Fina ironía.

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Así las cosas, lo mejor de este pueblo es idiota, y por ser idiota, un grupo de funcionarios públicos, vale decir, no idiotas, hizo lo que hizo con las EDES, secuestrando durante 10 años las 180 mejores cuentas a favor de una empresa que se decía ella misma en la quiebra.

Por conocer nuestra condición de idiotas, un grupo de funcionarios no idiotas, decidió que El Estado asumiera la quiebra de un banco, violando la legislación vigente y nos penalizaron con una deuda de más de dos mil millones de dólares.

Por entender que somos idiotas, la policía se desentiende del robo de vehículos a los ladrones originales para ser usufructuados por oficiales de la institución.

Por sabernos idiotas, un grupo de desvergonzados desfalcaron al Estado por más de 1,800 millones de pesos con el Plan Renove. Por habernos previamente sentenciados como idiotas, un juez los declaró inocentes.

Y es que somos idiotas porque no participamos en la cosa pública y porque estamos demostrando que somos tontos, poco inteligentes.

¿Cual es la enseñanza que la lengua quiere darnos?

Primero, que asumamos con criterio crítico que sí, que hemos sido idiotas.

Lo hemos sido porque no hemos participado de la cosa pública y también porque hemos permitido que la cosa pública cayera en manos de gente sin ningún freno moral y sin vergüenza.

Segundo, que dejemos de serlo.

Es necesario que dejemos de ser idiotas. La República Dominicana está llena de héroes que le arrancan el pan al mediodía. Llena de gente honrada.

Es el momento de que ese dominicano que vive indignado con tanta desvergüenza se lance a participar de la cosa pública y lo haga con la misión patriótica de conjurar de una vez y para siempre la corrupción de nuestras instituciones.

Lo inteligente en este momento es no ser idiota.

Tenemos que hacerle sentir a los desvergonzados que repudiamos los actos de corrupción.

Que hay una patria dolida en lo más íntimo por sus desmanes.

Es tiempo de látigo a los mercaderes, que los desvergonzados sientan el repudio social a sus acciones.

Es momento de fortalecer ese clamor, aún ronco y sin vías claras de expresión, pero generalizado, que pide justicia contra los que se han lucrado y se lucran, a costa del sacrificio, la salud y la vida de este noble pueblo dominicano.

Ing. Mario Bergés
Centro Juan XXIII

Publicado en Clave Digital el 9 de mayo de 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mi hijo:

El orgullo no es un sentimiento grato a Dios.Pese a éso, me siento orgullosa dr tí al leer tu página.

Para dejar de ser "idiota" hay que ser valiente, echarse de enenigos a todos esos "vende-patria" desalmados que estan acabando con nuestro país.

Tú eres uno de esos valientes...
Qué Dios te de Su Gracia para que esa semilla de regeneración, que estás sembrando, crezca, se fortalezca y de sanos frutos.

¡Qué Dios te bendiga...!

Tu mamá.