miércoles, noviembre 26, 2008
Olvidaban poner el acento en el hombre
La crisis financiera que recién empezamos a padecer, ha servido para desnudar en todo su esplendor la base inicua en la que se fundamentan las relaciones económicas entre los distintos actores de esta humanidad globalizada. Vamos a ver dos ejemplos que confirman, hasta la saciedad, la iniquidad de la que hablamos.
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El primer caso lo vivimos apenas unos meses antes de estallar la crisis financiera actual. El Presidente Leonel Fernández, hablando en la FAO y habiendo sido electo vicepresidente de esa Cumbre Alimentaria, denunciaba el origen especulativo de los aumentos de los precios del petróleo y de los alimentos; y promovía la idea de que los países más desarrollados crearan un “Fondo de solidaridad global”, para que los países más vulnerables pudieran hacer frente al alza de los alimentos y reducir así las consecuencias de la hambruna que se avecinaba; hambruna que estaba en gran medida provocada por las compras a futuro, es decir, por la especulación, el agio y la codicia de los mismos que no acogieron la propuesta del vicepresidente de la Cumbre Alimentaria de la FAO.
El segundo caso lo tenemos en la Seguridad Social Norteamericana. No es universal, es deficitaria, ha sido denunciada como ineficiente, en resumidas cuentas, siendo la sociedad norteamericana la sociedad líder de esta comunidad global, su Seguridad Social está muy lejos de siquiera acercarse a competir por los primeros lugares, más bien compite con la de países del tercer mundo.
Pues bien, los dueños del mundo, ese grupo que tiene la sartén asida por el mango, ha sido incapaz de solidarizarse con la propuesta del Presidente Fernández en la FAO o de mejorar la seguridad social de la sociedad líder de esta humanidad globalizada, pero no vaciló un instante para acudir en ayuda de los bancos ante la inminente quiebra que trajo la crisis.
Por fortuna para nosotros, países empobrecidos desde fuera y desde dentro, la crisis nos ha presentado una realidad desnuda, nos ha abierto los ojos y debe producir un cambio en la visión económica. Desde el punto de vista de la economía, hay un antes y un después de la crisis. Por lo pronto no se hablará más de neoliberalismo y de economía de mercado, visiones económicas que, como lo hubiera dicho Benedetti, “olvidaban poner el acento en el hombre”.
Otra de las consecuencias previsibles de la crisis será que el papel hegemónico de la economía norteamericana ya no será más. El daño ha sido tan extendido, tan global y tan letal que los distintos Estados estarán muy alertas. Se abre un espacio en el cual ya no será una sola voz la que se escuchará.
El momento es propicio para que la sociedad civil organizada haga escuchar su voz a favor de un modelo económico con acento en el hombre, que nos conduzca a una sociedad transparente y digna, incluyente y solidaria, en donde nunca más la codicia desmedida de unos pocos dicte las normas.
Mario Bergés
Centro Juan XXIII
m.berges@centrojuanxxiii.org
Publicado en el Hoy de fecha 26 de noviembre de 2008
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