miércoles, abril 22, 2015

Reflexión escatológica



No hay necesidad de esperar a la muerte para mandarse a hacer una buena misa de cuerpo presente.

En su momento, el convocante, yerto en una caja de madera, escucha los sentidos pésames, los llantos de los deudos y los panegíricos que resaltan la bonhomía de quien en vida se llamó...

Si tiene suerte, descubrirá algún amor callado que llega a llorar, desconsoladamente y a su lado, por su sentida pérdida.

En un momento oportuno se incorpora, con un gesto de manos calma a la sorprendida concurrencia, dedica una tierna y agradecida mirada a aquella que lloró a su lado, expresa conmovido su gratitud a los deudos, familiares y amigos presentes, toma nota de los ausentes y luego, con mucha gravedad, convoca a toda la concurrencia a otra ocasión similar a celebrarse cinco años más tarde.

Después de todo, quienes saben de estos temas escatológicos, aseguran que con estas misas sucede lo mismo que con las pruebas de la próstata, el papanicolau o la gastroscopía: después de los cincuenta, es recomendable que cada cinco años nos hagamos una buena misa de cuerpo presente.

No hay comentarios: