miércoles, abril 14, 2010
Impunidad
De los muchos males que nos aquejan como sociedad, si me tocara elegir aquel que mayor daño nos está haciendo, sin dudas que elegiría la impunidad.
Decían los viejos: “Bueno es el miedo donde no hay vergüenza”, y es que si no hay sanción, si la sociedad tiene la certeza de que puede delinquir sin consecuencias, el final de esa sociedad es previsible.
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No es un presagio del fin del mundo, pero nos estamos acercando a una zona peligrosa en la que el ser humano, despojado de su condición de ciudadano, tendrá que lanzarse a matar o morir. De hecho, ese proceso ya empezó en nuestros barrios más pobres. Los jóvenes de esos barrios, excluidos desde siempre de la condición de ciudadanos, están lanzados a matar o morir y son los únicos para los que sí tenemos una respuesta adversa de cárcel o muerte; pero como esa respuesta es solamente para ellos, el mensaje no llega. El mensaje que llega es: Lo que no se puede ser es pobre, salgamos de la pobreza como sea y seremos impunes.
Nuestra justicia, aunque tiene logros notables, tiene también grandes vergüenzas de acción y omisión; y cuando por fin tuvo el coraje de enfrentar grandes intereses, nos avergüenza un Poder Ejecutivo que indulta. Así, hemos visto a los policías que usufructuaban vehículos robados salir indemnes y a transportistas que desfalcaron al Estado salir nombrados funcionarios, por mencionar solamente dos casos de los muchos en donde la justicia ha sido burlada.
Si nuestras instituciones han fallado, también ha fallado la sociedad. No hemos sido capaces de generar una respuesta social adversa a tanta impunidad, a tanta injusticia, a tanto proceder indecoroso.
No se puede ser delincuente y al mismo tiempo honorable.
Si las instituciones no han podido, propongo aquí y ahora que hagamos un pacto, para que todo aquel que entienda que hay futuro con honestidad y con honor, asuma el compromiso de enfrentar la desvergüenza donde se presente.
Por mi parte declaro que los policías que hicieron uso de los vehículos recuperados lo hicieron mal, que los transportistas del desfalco de Renove lo hicieron mal; que ninguno de los implicados en esos dos casos son honorables aunque estén libres, que me cuido y cuido a mis familiares y allegados de sus influencias.
Que se ponga ese traje todo aquel que sabe, en conciencia, que se ha corrompido. Que sepa, que de una manera misteriosa, el reclamo íntimo de la conciencia le llega a los demás mortales.
Luego de decir esto, que lo he dicho y que lo siento, debo decir que la crítica no va contra el ser humano que robó o desfalcó, sino contra su conducta. Decir que lo han hecho mal no quiere decir que están condenados a la maldad. Lo han hecho mal porque la vida buena es amar y servir, y muy humildemente creo, que muy lejos de servir, se han servido.
Si nuestras instituciones no pueden, respondamos como sociedad ante tanta desvergüenza. Nuestros hijos lo agradecerán.
Mario Bergés
m.berges@centrojuanxxiii.org
Publicado en el Hoy de fecha 14 de abril de 2010
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