lunes, febrero 25, 2008

Exhortación final


“…y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: DIOS, PATRIA Y LIBERTAD.”

Termina la cita.

Así se daba inicio al sueño dominicano.

Un sueño que recorre nuestra historia y se manifiesta en lo mejor de nuestras gestas.

Un sueño que recorre nuestro día y nos permite reconocernos cuando entre abrazos y sonrisas decimos: ¡Este sueña!

Hoy, el enemigo de ese sueño no es el mismo que enfrentaron nuestros fundadores, pero la decisión de enfrentar a ese enemigo si es la misma.

Los que estamos aquí soñamos, al igual que nuestros fundadores, con una República Dominicana de hombres y mujeres libres para el bien y con unas condiciones de vida dignas, con justicia y equidad social que garanticen la armonía de la sociedad. Un sueño de niños bien nutridos y educados y envejecientes respetados y protegidos por la sociedad.

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