Debemos subirlas de espaldas...
Tenemos que ver más allá...
El campito de los Peñaloza...
Los álamos del cementerio...
Aquí va este texto de Juio Cortazar, "Más sobre escaleras", gigante!!!
Más sobre escaleras
En
un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme, se explicó
alguna vez que hay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que
no se dijo entonces es que también puede haber escaleras para ir hacia
atrás.
Los
usuarios de estos útiles artefactos, comprenderán sin excesivo
esfuerzo que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de
espaldas, pero lo que en esos casos está por verse es el resultado de
tan insólito proceso.
Hágase
la prueba con cualquier escalera exterior; vencido el primer
sentimiento de incomodidad e incluso de vértigo, se descubrirá a cada
peldaño un nuevo ámbito, que si bien forma parte del ámbito del peldaño
precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo ensancha.
Piénsese
que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma
usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la
escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio bastará
subirla de espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la
tapia del jardín, salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque
luego el molino de La Turca, estalle en los álamos del cementerio, y
con un poco de suerte llegue hasta el horizonte de verdad, el de la
definición que nos enseñaba la señorita de tercer grado.
¿Y el cielo, y las nubes?
Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo.
A
lo mejor después, cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su
casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá que también allí
había que mirar muchas cosas en esa forma, que también en una boca, un
amor, una novela, había que subir hacia atrás.
Pero
tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse; hay cosas que sólo se dejan
ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen
miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en
su nivel y en su máscara, se vengan cruelmente del que sube de espaldas
para ver lo otro, el campito de los Peñaloza o los álamos del
cementerio.
Cuidado con esa silla; cuidado con esa mujer.
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