domingo, mayo 18, 2014

De cuerpo presente






Mario, mi hijo mayor, vive en Pittsbourgh y en ocasiones me ha comentado que los dominicanos vivimos con la muerte cercana, la irrespetamos, la tuteamos y la verdad es que tiene razón.

Reflexionando acerca de lo fugaz que puede ser la vida, acerca de la muerte, tan puta y tan cercana... y como buen dominicano que la irrespeta, llegué a la conclusión de que no hay necesidad de esperar a la muerte para mandarse a hacer una buena misa de cuerpo presente. El convocante, yerto en una caja de madera, escucha la semblanza y los panegíricos de quien en vida se llamó..., y siente pasar a los amigos que, desolados, presentan sus condolencias a los deudos cercanos. Si es afortunado, descubrirá algún amor callado que se acerca a llorar desconsoladamente sobre el cuerpo rígido del convocante. En el momento apropiado, el convocante se incorpora, con un gesto de manos calma a la concurrencia, y agradece de corazón la asistencia a los presentes. De paso, regala una mirada agradecida y tierna a aquella que lloró desconsoladamente, y finalmente convoca para otro ensayo general, en el mismo lugar, dentro de cinco años. Después de todo, los que saben de estos temas entienden que hay que pensar en esto como se hace con la colonoscopía o tantas otras pruebas clínicas: Después de los 40, cada cinco años hay que mandarse a hacer una buena misa de cuerpo presente.



-- Desde Mi iPad

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