Me encantan las acciones que hacen partícipe a la ciudad de aquello que de otra manera sería dominio del ámbito íntimo, privado.
La mañana aquella en la cual la ciudad amaneció estremecida por el desamor provocado por "Crucita, la mala madre, la que dejó abandonados no se a cuantos hijos..." y que su desolada pareja contó y escribió en todas las paredes de Santo Domingo, presagiaba la toma de conciencia de que ya éramos una gran ciudad, una urbe metropolitana y no la pequeña ciudad casi rural de principios del siglo pasado.
De pequeño nunca vi esas manifestaciones. En mi mundo de adolescente esas cosas se daban en ciudades como Nueva York.
Yo había visto los graffiti de esa gran ciudad, había escuchado a Simon & Garfunkel decir que "Las palabras del profeta estaban escritas en las paredes del Metro" y había leído en The Village Voice anuncios que decían que anoche te vi en el Metro y estabas vestida de amarillo, que nos habíamos mirado, que yo era el del t-shirt azul marino, que me bajé en Queens Plaza y así, le dejaba el teléfono para concertar una primera cita con ese amor de Metro que lo llevaba rebotando de estación a estación.
Hoy quiero compartir con todos ustedes, lectores de quijote urbano, el cumpleaños de Paola, que gracias a Santiago y a su gran amor por Paola, podemos celebrarlo juntos.
Aquí está la foto de las felicitación que Santiago le ha escrito en pleno pavimento, para que la Paola, que vive en alguno de esos balcones de la segunda foto, pudiera verlo al despertar y asomarse al balcón en la mañana de su cumpleaños.
¡Santo Domingo vive!
Happy B-Day Paola Att: Stgo.
En uno de estos balcones vive Paola.
Aquí la firma dice Atentamente: Santiago
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