Hace unas horas me entere de la muerte de Saddam Hussein.
No tengo elementos de juicio para evaluar su vida. De él solamente conozco la cadena de eventos que culminaron con su muerte.
Hace unos años, al ser electo presidente, me enteré de la existencia de George W. Bush.
Aún no ha muerto, por tanto no tengo elementos de juicio para evaluar su muerte.
De él sólo conozco la cadena de eventos que han culminado con lo que es él actualmente.
Hoy sábado de finales de 2006, encuentro esa breve muestra de la vida de George W. Bush, tan obscena como la muerte de Saddam.
Mario Bergés
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