En este trabajo deseo exponer algunas ideas con relación al proyecto de Metro para la ciudad de Santo Domingo.
A grandes rasgos la teoría nos dice que para reducir el número de vehículos en las calles debemos tener un eficiente y atractivo sistema de transporte colectivo. Para que sea eficiente y atractivo, ese transporte colectivo debe tener tiempos de viaje menores que los demás vehículos, es decir, la velocidad del transporte colectivo debe ser mayor que la velocidad de los demás vehículos que utilizan la vía. Si eso se logra, el propietario de un vehículo privado estará tentado y eventualmente cederá a la tentación de utilizar el transporte colectivo que le permitirá llegar en menor tiempo a su destino, dejando así su vehículo en casa.
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Los planificadores del área de transporte llegan de este modo, al reducir los tiempos de viaje, a los Sistemas de Transporte Rápido Masivo, cuyo principal elemento de éxito es lograr la exclusividad de una vía para el transporte colectivo masivo.
En el año de 1997, trabajando para la AMET, nos tocó participar como actores de primera línea en la puesta en marcha del primer intento por establecer un Sistema de Transporte Rápido Masivo con la implementación de corredores con carriles exclusivos. La experiencia nos demostró que para lograr un carril exclusivo, a la derecha, y en el sentido del flujo, debemos disponer de cuatro policías por cuadra.
De todo lo dicho anteriormente debemos dejar claramente establecido que debemos orientar nuestros esfuerzos hacia establecer, de alguna manera, una verdadera exclusividad en una vía para que sea utilizada por el transporte colectivo.
Para lograr ese objetivo hay una gama de soluciones, que van desde el carril exclusivo como el implementado por AMET, pasando por los carriles centrales con plataformas a desnivel como las del Transmilenio en Bogotá, o los carriles exclusivos de tranvías neumáticos o de rieles, hasta llegar al metro subterráneo, que es, de todos, el que goza de mayor exclusividad en el derecho de vía.
Nuestra ciudad se encuentra en una suerte de frontera entre las soluciones superficiales con neumáticos y las soluciones del tipo Metro. Cada una de estas dos soluciones modales tendrá técnicos que la defiendan.
Debemos hacer los estudios y ponderar las distintas soluciones pero cualquiera que sea la seleccionada, deberá ser acometida por el Estado igual que acomete la construcción de una carretera, un puente o una presa, que son inversiones en infraestructura que generan beneficios que se reflejan en un aumento del PIB. El transporte colectivo, si es necesario, debe ser subsidiado por el Estado; y esto es así en todas partes del mundo.
Si tenemos esa visión, el Metro es un proyecto que nos coloca en el futuro.
Una ciudad para caminarla en la superficie y un Sistema de Transporte Rápido Masivo ocurriendo debajo.
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