Los dominicanos tenemos una nueva herramienta para enfrentar la corrupción.
"La Lucha" es un espacio de reflexión y acción, que busca hacer conciente al ciudadano del problema de la corrupción y de cómo ésta afecta la vida económica de los dominicanos.
El punto de partida de La Lucha fue el "Estudio Nacional del Costo de la Corrupción para los Hogares de República Domincana", realizado por la Gallup Dominicana con el patrocinio de la USAID.
El estudio fue realizado durante el mes de Marzo del 2007 .
Se visitaron 2399 hogares y en ellos se entrevistó al cabeza de familia como informante idóneo y en ausencia de éste (luego de tres visitas) al cónyuge o a algún hijo mayor de 18 años. En la entrevista se les cuestionó sobre 54 gestiones que frecuentemente se realizan. Del manejo de estos datos se obtuvo el "Índice de Corrupción" que no es más que el total de las veces que las gestiones fueron corruptas dividido entre el número total de gestiones realizadas y este número expresado en porciento.El índice de Corrupción General de todo el territorio nacional es de 9.7 lo que equivale a decir que de cada 100 gestiones que la población dominicana realiza, casi 10 son gestiones en las cuales la corrupción está presente.
También se obtuvieron resultados para las 10 regiones de planificación en las que se divide el territorio nacional.
Las tres regiones con un Índice de Corrupción más bajo son las de Enriquillo con 4.3, Higuamo con 4.6 y Yuma con 5.6 ; bastante por debajo del Índice promedio nacional de 9.7.
La Región Ozama, en donde se encuentra Santo Domingo, tiene un Índice de Corrupción de 9.1 muy cercano al promedio nacional.
Las tres regiones con mayor Índice de Corrupción son la Cibao Norte con 11.7, Valdesia con 16.4 y Cibao Noroeste con 17.3.
En estos resultados resalta el Indice de Corrupción de la region Cibao Noroeste, que comprende las provincias de Monte Cristi, Dajabón, Santiago Rodríguez y Valverde. Sería interesante investigar si esos niveles de corrupción guardan relación con las situaciones relativas a la frontera con Haití.
En los resultados por provincia también tenemos aspectos interesantes.
Las provincias de Valverde, Dajabón y Montecristi se encuentran entre las de mayor Índice de Corrupción, como era de esperarse, ya que son provincias de la Región Cibao Noroeste. Sin embargo, resalta el caso de Santiago Rodríguez, que perteneciendo a la misma región, tiene el más bajo Índice de Corrupción por provincia.
Santo Domingo tiene un Índice de Corrupción un poco por debajo del promedio nacional.
Comparten con Santiago Rodríguez las provincias de Pedernales, El Seibo, Baoruco y San José de Ocoa como las cinco provincias de más bajo Índice de Corrupción.
Al igual que sucedió con Santiago Rodríguez, resalta el caso de San José de Ocoa, que perteneciendo a la Región Valdesia, la segunda región con más elevado Índice de Corrupción (16.4), ella en particular, tiene un Índice de Corrupción entre las cinco más bajas del país (3.4).
La gestión con mayor Índice de Corrupción es la de estacionar en vías publicas controladas por parqueadores. De cada 100 personas que se estacionan en las vías públicas, casi 67 lo hacen pagando un soborno que totaliza en un año 44 millones de pesos. Es corrupción porque el parqueador no es dueño de la vía pública, porque existe el chantaje tácito de que si no se paga el vehículo podría resultar dañado o robado y porque detrás de ese parqueador, padre de familia por demás, hay una estructura de corrupción que llega hasta la autoridad.
La segunda gestión con mayor Índice de Corrupción es un clásico: De cada 100 personas que hacen la gestión de recuperar automóviles u otros objetos robados, 30 lo hacen pagando un total anual de 337 millones de pesos a funcionarios corruptos que con ese cobro mal habido afectan al 5 % de los hogares dominicanos. Faltaría investigar cuántos de los 70 restantes, que no pagaron el soborno, lograron recuperar sus pertenencias.
De cada 100 personas multadas por la policía de tránsito, 23 evitan las mismas pagando un soborno que totaliza al año 11 millones de pesos.
De cada 100 hogares dominicanos, 15 hacen gestiones para buscar agua en camiones tanques. De esos 15, el 24 %, es decir, casi 4 hogares de cada 100, hacen la gestión pagando un soborno que al año alcanza la cifra de 310 millones de pesos.
El 17% de los hogares dominicanos realiza gestiones para sacar a alguien de la cárcel o para evitar caer preso. De esa población, el 28%, es decir, casi 5 hogares dominicanos de cada 100, hacen la gestión pagando un soborno que alcanza la suma de 842 millones de pesos anuales.
De cada 100 hogares dominicanos 35 hogares hacen gestiones para salir del país. De esos 35 hogares que hacen gestiones para salir del país, 2 hogares lo hacen pagando un soborno que totaliza en un año la astronómica suma de 1,965 millones de pesos. Se podría afirmar sin pecar de atrevido, que esa suma de 1,965 millones prácticamente se corresponde con el volumen del mercado de viajes ilegales, ya que las gestiones corruptas que pudieran existir en los consulados y las agencias de viajes se pueden despreciar por inexistentes o en el peor de los casos por ser demasiado pequeñas en comparación con la de los viajes ilegales.
De manera que estamos ante una realidad vergonzosa de la cual hemos sido actores y cómplices en mayor o menor grado todos los dominicanos.
El mal social de la corrupción se ha instalado para quedarse en nuestro entorno de tal manera que la percepción que tenemos es de que no hay solución posible: en una escala de cero a cien, donde el cero corresponde a la imposibilidad de enfrentar con éxito la corrupción y el cien corresponde a la posibilidad de la victoria total contra la corrupción, el dominicano piensa que estamos en 22, es decir, las posibilidades de ganarle la batalla definitiva a la corrupción es de 22 % en la percepción del dominicano.
Otro índice que define nuestra respuesta ante la corrupción es el Índice de Actitudes, que en una escala de cero a cien, donde el cero corresponde a la indiferencia y el cien a la denuncia y la oposición resuelta, en ese índice, los dominicanos sacamos 23, es decir, nuestra respuesta a la corrupción es muy cercana a la indiferencia.
El Índice de Valores es una herramienta que nos permite medir, en escala de cero a cien, cuan arraigados se encuentran los valores éticos en una sociedad en particular, en donde el cero es una sociedad con valores no éticos y el cien es una sociedad con valores éticos. Ese Índice de Valores es una esperanza para nuestra sociedad, pues ese índice arrojó un valor de 60. Nuestra sociedad sabe perfectamente qué está bien y qué está mal.
La Iglesia, la familia y los maestros obtuvieron 55, 48 y 45 de un total de 100 puntos, respectivamente en la percepción que tiene la población en cuanto al grado de lucha contra la corrupción de esas instituciones. En ese mismo índice, los tres que más descrédito obtuvieron en la percepción pública fueron las empresas privadas, los sindicatos y los partidos políticos; los cuales obtuvieron 16, 13 y 11 respectivamente.
Un análisis del impacto que estos índices pudieran tener en la decisión del pago o no de soborno nos lleva a seleccionar el Índice de Actitudes y el Grado de Afectación de la Corrupción (el 2.1% del ingreso anual de los hogares, un total de 2856 pesos, se destina a la corrupción) como los índices que más afectan la decisión de participar o no en un acto de corrupción.
"La Lucha" está siendo apoyada por un grupo de instituciones entre las que se encuentran "Dominicanos por la Integridad", la "Fundación Institucionalidad y Justicia", la "Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios", el "Centro Juan XXIII", "Participación Ciudadana" y la "Red Anti Corrupción" entre otras. Esta última agrupa a más de 30 organizaciones populares en todo el ámbito nacional.
Se pretende elevar el "Índice de Actitud" de la sociedad dominicana.
Con nuestra respuesta vigorosa y pública contra la corrupción vamos a generar una ola de rechazo a la misma.
La iniciativa, apoyada en el elevado "Índice de Valor" de nuestra sociedad, traza una linea que obliga a los dominicanos a deslindar lo que hasta ahora era tierra de nadie, esa zona crepuscular en la cual, por no tener repudio social, el corrupto acomodaba su conciencia.
A partir de "La Lucha", se podrá ser corrupto, pero aquel que lo sea, no se podrá vender como honorable, porque encontrará, en todo lugar y en todo momento, a algún dominicano que le recuerde su decisión de ser corrupto.
Mario Bergés
Centro Juan XXIII